Desde pequeños nos han enseñado a incrementar el consumo o beber agua. Suena natural porque el propio cuerpo humano está compuesto en un 80 por ciento de agua. Se nos anima a beber 8 vasos de agua todos los días. Pero como cualquier otra cosa, beber demasiada agua puede tener un impacto negativo en nosotros.
Cuando bebemos demasiada agua, los riñones no pueden procesarla, por lo que el nivel de sodio en la sangre está desequilibrado. Esta condición a menudo se conoce como intoxicación por agua. En casos extremos, el envenenamiento por agua puede causar daño cerebral, coma e incluso la muerte.
Según los científicos, los riñones humanos solo pueden procesar de 800 a 1000 mililitros de agua por hora. El consumo de más de eso puede causar intoxicación por agua debido a que entra demasiada agua en el cuerpo. El exceso terminará en las células del cuerpo.
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Normalmente, las células del cuerpo humano se envuelven en una solución que consta de sodio y agua. La solución entra y sale por los orificios de la membrana celular. Este proceso es lo que mantiene en equilibrio la concentración de sodio, tanto dentro como fuera de la célula.
Pero cuando bebemos demasiada agua, el sodio en la solución se diluye y el exceso de agua ingresará a las células. Esto hace que las células se inflamen, incluidas las células del cerebro.
El peligro, cuando las células del cerebro se hinchan, los huesos del cráneo humano no son flexibles. Por lo tanto, cuando el cerebro se hincha, presionará el cráneo. Podemos sentir dolores de cabeza, confusión o somnolencia. Si no se trata, el cráneo seguirá apretándose y correrá el riesgo de daño cerebral, coma y muerte en menos de 10 horas.
Para evitar la intoxicación por agua, podemos prestar atención a nuestro consumo diario de agua. Los requerimientos de líquidos de un adulto promedio son de 3 a 4 litros por día. Este líquido también se puede obtener de alimentos acuosos, como frutas. También podemos evitar la intoxicación por agua bebiendo cuando tenemos sed y luego detenernos inmediatamente.