La atmósfera en las áreas urbanas es sinónimo de densidad humana y multitudes. Nos demos cuenta o no, muchas actividades humanas producen sonidos fuertes, como televisión, vehículos e incluso conversaciones. Aunque parezca trivial, resulta que existe algo que se llama contaminación o contaminación acústica.
La contaminación acústica se produce cuando hay mucho sonido desagradable o no deseado, por lo que puede interferir con las actividades. La exposición al sonido de hasta 100 dB (decibelios) durante más de una hora al día y hasta 150 dB durante más de 5 minutos al día se clasifica como insegura.
Hay varias fuentes de contaminación del aire, incluidos los altavoces, la industria, los aviones y otros vehículos.
Los altavoces, como los altavoces y los megáfonos, producen un sonido de gran volumen que se puede escuchar a largas distancias. Las personas que se encuentren cerca recibirán sonidos con altos decibeles y, si se exponen durante largos períodos de tiempo, pueden causar daños auditivos.
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El sector industrial también contribuye a la contaminación acústica porque los sonidos producidos por las fábricas a veces son lo suficientemente fuertes como para ser escuchados alrededor de los edificios. Además, los vehículos también provocan contaminación acústica. En los atascos de tráfico, los automóviles a menudo hacen sonar sus bocinas que pueden interferir con la audición.
Los aviones, en particular, hacen mucho ruido al despegar y aterrizar. Por lo tanto, lo ideal es que los aeropuertos se instalen lejos de las zonas residenciales para no molestar a los residentes.
Impacto de la contaminación acústica
Hay varios impactos derivados de la contaminación acústica. Primero, puede causar estrés a quienes están expuestos a menudo. Los sonidos molestos también pueden provocar la falta de sueño. El sonido fuerte hace que dormir sea incómodo, por lo que la calidad del sueño disminuirá.
Otro impacto de la contaminación de la voz es que provoca un aumento de la frecuencia cardíaca. Las investigaciones han descubierto que los sonidos de alta intensidad pueden provocar hipertensión arterial y frecuencia cardíaca al interferir con el flujo sanguíneo normal.
Durante un largo período de tiempo, la contaminación acústica puede causar pérdida de audición porque los oídos solo pueden recibir sonidos dentro de un cierto rango. Los sonidos que son demasiado fuertes, como bocinas, motores y aviones, tienden a estar fuera de este rango y pueden dañar la audición.
La contaminación de la voz también puede interferir con la salud mental. Un estudio muestra que la exposición excesiva a la contaminación acústica puede provocar un comportamiento agresivo, estrés constante, fatiga e hipertensión.